Nota del autor: Estas publicaciones se presentan tal cual fueron escritas, sin ediciones, para preservar la autenticidad de los pensamientos del autor. Agradezco su comprensión ante cualquier error ortográfico o gramatical.
Siempre ha habido en mi interior una pregunta que no había sabido reconocerla y que por la forma en que se presentaba, no sabía que era una pregunta.
Cada vez que perdía el tiempo con nimiedades, cuando me sentaba en el trabajo, estresado porque había terminado todos mis pendientes y me atacaba la ansiedad o cuando desperdiciaba mi tiempo en redes sociales viendo contenido basura, era cuando ese demonio se apoderaba de mí.
Se subía a mis hombros, entraba a mi mente y las cosas se empezaban a nublar. Algunas veces era fácil de contener, pero otras, me atacaba con una forma de ansiedad generalizada, con una potencia que, en ocasiones, se volvía difícil convivir con ella.
Poco a poco, fui entendiendo que necesitaba viajar al interior de mi alma y de mi mente para conocer que me estaba pasando. Conocer quién era yo, qué era lo que realmente me gustaba y qué es lo que estaba haciendo en este mundo.
Conocer el por qué me habían bendecido con la existencia en este mundo.
Me di cuenta que todos o casi todos, pasamos la mayoría de nuestro tiempo ocupados en actividades laborales, pero cuando tenemos tiempo libre porque hemos terminado esas actividades, lo invertimos en cosas sin sentido como ver televisión, estar pegados al celular o en actividades no sanas que después se convierten en vicios.
Supe que tenía que pasar más tiempo conmigo mismo, tiempo a solas. Pregúntame cosas que nunca me había preguntado y tratando de encontrar esas respuestas que se esconden en nuestro corazón, alma o mente.
Y poco a poco las cosas empezaron a acomodarse. Empecé a entender que era lo que yo quería en este mundo.
De lo poco que he entendido, porque seguramente hay un mar detrás de eso, es que nunca me he sentido feliz con los comportamientos usuales de la raza humana. Entendí que sentía un vacío dentro de mi cada vez que presenciaba una actitud negativa, una acción mala o un ataque físico o mental en contra de otra persona.
Cuando presenciaba de pequeño el abuso a alguno de mis compañeros, me sentía triste y desolado.
Constantemente me preguntaba: ¿Por qué las personas son así? ¿Por qué se divierten haciendo eso?
Después, eso evolucionó al comportamiento de las personas adultas. Constantemente me sentía contrariado al ver como algunas personas buscaban el mal de otras, buscaban la acumulación de bienes materiales a través de malas prácticas o cómo pensaban solamente en ellos sin voltear a ver las atrocidades que pasaban constantemente en el mundo.
No estoy exento de estas actitudes. Creo que en cierta medida, alguna que otra vez las he practicado y mi trabajo ha sido entenderlas y modificarlas.
Pero todo eso llevó a que empezara a preguntarme acerca de mi existencia. Acerca de mi misión en este mundo (si es que tengo alguna claro), preguntarme si estaba utilizando mi tiempo en algo que estuviera aportando cosas positivas a este mundo que suele ser tan frío y distante.
Y fue cuando llegó mi revelación. Supe que quería conectar con otras personas de forma positiva. Supe que quería transmitir un mensaje y dejar un legado con ese mensaje.
Mi mensaje es: Aún existen personas buenas en este mundo. Podemos cambiar como raza humana y existe un futuro mejor para nosotros, pero todo eso llega con el cambio y modificación internos. Con la aceptación de errores y miedos. Con la apertura del corazón y la mente a tus verdaderos ideales.
Sinceramente, creo que el día que estés a unas horas de morir, probablemente te cuestionarás todos y cada uno de los segundos de tu vida, y es en ese momento, donde te harás esa gran pregunta: ¿Que le dejé a este mundo?
Y es ese momento crucial que yo quiero disfrutar en lugar de sufrir. Quiero estar en mi lecho de muerte y estar completamente satisfecho porque hice todo lo que me propuse, y más importante, porque dejé algo que sumara a este mundo.
Quiero que en un futuro, cuando alguien escuche mi idea, lea mi obra o entienda mi pensamiento, independientemente si lo asocian conmigo o no, se sienta identificada.
Quiero que esas personas que se hacen los mismos cuestionamientos, que creen que hay más en esta vida y que quieren cambiar el mundo se sientan menos solas y sigan creando y transmitiendo esa idea a sus semejantes.
Quiero que ese sea mi legado.
Mi legado…
-Adrián de la Vega.