Nota del autor: Estas publicaciones se presentan tal cual fueron escritas, sin ediciones, para preservar la autenticidad de los pensamientos del autor. Agradezco su comprensión ante cualquier error ortográfico o gramatical.
¿Por qué en esta sociedad cuando dices algo directo o algo verdadero la gente te censura o piensa que eres grosero?
En esta terrible sociedad que se encuentra en una decadencia sin fondo, hablar de tus sentimientos de forma directa hace que los que te rodean sientan un disgusto directo hacia ellos.
¿A qué me refiero con esto?
Nunca puedes decir lo que sientes o lo que piensas de una persona directamente por tener que ser «correcto» o «educado».
Lo anterior hace que la vida sea demasiado complicada.
¿No sería más fácil hablar a tumba abierta de nuestros sentimientos?
Poder expresar que una persona no nos cae bien o qué sentimos que sus acciones son malignas. Poder decir que no queremos ir a una reunión porque no compartimos los ideales de los que irán o porque simplemente nos aburrimos de las pláticas tan banales.
Tener que soportar comentarios superficiales y poner una sonrisa en la cara con el pretexto de no ser visto como un mal educado.
Si tan solo pudiéramos ser francos en todo momento con nuestros pensamientos y sentimientos, el ser humano se quitaría una gran carga de encima.
No estoy hablando de insultar, criticar o juzgar a alguien más si no, solamente, a ser totalmente honesto con lo que se encuentra en tu cabeza, con lo que estás sintiendo en ese momento, con tu experiencia como ser humano.
Sin embargo, pasamos la vida reprimiendo nuestros pensamientos más profundos por miedo a ser juzgados o no ser entendidos, por miedo a que los demás piensen que somos un «bicho raro».
Hay que quitarnos esa bolsa de piedras que cargamos cada vez que le damos importancia a la opinión de los demás.
Todos somos bichos raros.
¿Por qué digo esto?
Porque todos tenemos pensamientos ocultos que consideramos fuera de lo común comparado con la normalidad social, todos tenemos fantasías, miedos, preocupaciones, ansiedades, tristezas pero también tenemos una parte dentro de nosotros que puede otorgar un gran regalo a los demás.
Muchas veces por no querer mostrar esa parte obscura que se encuentra dentro de nuestro interior, dejamos de abrir nuestro corazón y dar esa parte brillante, ese regalo que podría ayudar a los demás.
Todos vivimos constantes batallas mentales a diario, pero no es aceptable hablar de ellas. Si pudiéramos abrir nuestro corazón, hablar de nuestra experiencia y ofrecer empatía, seguramente otra persona que se encuentra en una situación similar a nosotros encontraría un pilar fundamental en nosotros.
Pero no, la sociedad actual no se trata de eso, se trata de mostrar nuestra mejor cara en las redes sociales, mostrar que no tenemos ningún defecto y que nuestra vida es totalmente perfecta.
Los indices de depresión en jóvenes están aumentando a ritmos acelerados y la gente, ingenuamente, sigue preguntándose por qué va en aumento esta enfermedad tan dañina.
Es simple lógica. Si no estoy contento con mi situación actual en cualquiera de sus ámbitos (cosa que es muy común en lo seres humanos por siempre estar buscando ser más o tener más), mi valor personal que yo mismo me asigno se disminuirá al ver esa «película perfecta» que mis conocidos en redes sociales han creado.
Esa película que cuenta con imágenes de extrema felicidad, de total éxito, de amor perfecto en las relaciones y de un estilo de vida que no es el verdadero.
Por eso, mi consejo hacia ti es: ¡DESPIERTA!
Somos seres sociales y al ser sociales es totalmente normal que nos comparemos entre nosotros pero, esto se ha agravado porque antes de la era digital, tu circulo de comparación era probablemente de cien personas en el cual se incluían tus vecinos, tus compañeros de trabajo y alguna que otra celebridad.
Ahora nos comparamos con millones de personas ya que tenemos un dispositivo que nos abre la puerta a estos sectores pequeños y maquillados de la vida de personas en todo el mundo.
Pero, al compararte con alguien más, te estás fallando a ti mismo porque tu vida es tu aventura, una aventura que no se puede replicar y copiar y el único que puede recorrerla, tomar decisiones, sufrirla y disfrutarla eres tú.
Al compararte estás reduciendo tu carácter de «único» a «uno más».
Así es que, deja las redes sociales para empezar, no te traen nada bueno.
Es una pérdida de tiempo que podrías estar utilizando en algo más productivo para tu ser.
Y seamos sinceros, el 99% de tus amigos en redes sociales les valdría un carajo si te va bien o mal, es más, se alegrarían de ver un suceso desafortunado en tu vida.
Los pocos que se preocupan por ti, normalmente no se encuentran en redes sociales.
Borra todo eso de tu vida ya que estarás creando imágenes mentales de la vida de los demás, dándoles atributos de perfección cuando en realidad, hay una distancia enorme en la realidad y lo que se proyecta.
Recupera tu capacidad de raciocinio. Deja de perder tiempo y entumecer tu mente con el celular que representa un chupón digital.
Aprende a estar solo contigo mismo, sin distracciones, sin mensajes sin ansiar un shot de dopamina con alguna nueva noticia, imagen o video.
Empieza a crear relaciones reales que no se basen en los contextos digitales que se moldean de forma incorrecta a través de la comunicación no presencial. Establece conexiones reales, conexiones profundas y verdaderas con las personas que de verdad valen la pena de tu círculo social.
No tengas miedo a ser diferente.
En este mundo, si algo se sale del contexto permitido por la sociedad, todos señalan y piden que te endereces a aquello que se espera de ti. Pero las mentes más brillantes, aquellas que han dejado las cosas mas bellas, las que han dejado un legado con el que personas se identifican 100 años después de la muerte de su autor son aquellas que dejaron atrás la aceptación social y dedicaron sus esfuerzos a aquello que los hacia felices.
Las personas realmente valiosas son aquellas que se enfocan en dejar algo que ayudará a conectar con personas similares. Aquellas que a través de su legado, apoyarán a las personas que buscan hacer el bien por encima de todo mal y que creen que las cosas en este mundo pueden cambiar con esfuerzo y dedicación.
Normalmente, ese legado u obra que ayuda a conectar con otras personas es a través de el arte. El arte es lo que nos da vida y puede traducirse en obras literarias, esculturas, pinturas, etc.
Así es que si siempre te ha gustado la idea de crear una obra de arte (del tipo que más te guste), te invito a que empeñes todo tu esfuerzo en hacerlo. Dejando atrás el miedo al rechazo y al fracaso.
Porque si pones todas tus emociones y todo tu esfuerzo en tu obra, probablemente ayudarás a los demás. Sintiéndose identificados con lo que transmites, ayudándolos a pasar un mal rato o inspirándolos a cambiar algo dentro de ellos y, por consiguiente, algo en el mundo.
Despierta, recupera tu humanidad y busca tu felicidad.
-Adrián de la Vega.