El viajero solitario

Nota del autor: Estas publicaciones se presentan tal cual fueron escritas, sin ediciones, para preservar la autenticidad de los pensamientos del autor. Agradezco su comprensión ante cualquier error ortográfico o gramatical.

La versión futura más completa de Adrián de la Vega, la versión que aparece en mis sueños, en mis idealizaciones, es un Adrián que no tiene hogar. Una persona que ha recorrido la mayoría de lugares recónditos en este planeta llamado tierra.

Una persona en constante movimiento, con un aprendizaje enorme a base de experiencias y con arrugas en su rostro creadas por el sol y más importante, por exceso de sonrisas.

Un Adrián que ha logrado mantener una práctica de meditación constante y de muchos minutos al día, con una mente elevada y separada del ego.

Con una barba larga, poco preocupado por su aspecto físico y más por sus acciones buenas en este mundo.

Lo veo en mis sueños y me parece lo correcto, lo que deseo.

Esa versión superior a mí pero que sigue siendo mía, se aparece en sueños, en revelaciones. Me sonríe, me dice que todo estará bien y que siga en este camino de mejora personal y crecimiento. Me dice que es el único camino que vale la pena.

Siempre he tenido esa fantasía de dejar todo atrás, unirme a una comunidad budista en algún país de Asia, desaparecer por años para entrenar mi cuerpo y mi mente y así poder elevar mi existencia.

Un Adrián que aunque probablemente no llegue a entender el mundo, logre entenderse a sí mismo, entendiendo sus miedos, sus deseos, sus ambiciones, sus sentimientos, su mente y su espíritu.

Si se aparece ante mí, es porque llegaré a serlo alguna vez en mi vida. Mientras tanto, seguiré creando y construyendo las herramientas que me permitan serlo.

El viajero solitario.

-Adrian de la Vega.

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