Nota del autor: Estas publicaciones se presentan tal cual fueron escritas, sin ediciones, para preservar la autenticidad de los pensamientos del autor. Agradezco su comprensión ante cualquier error ortográfico o gramatical.
En esta vida hay momentos mágicos. Momentos donde parece que te conectas con algo que se encuentra en un plano diferente al que normalmente estás acostumbrado. A veces suelen ser escasos y es por eso que hay que atesorarlos como el agua en el desierto.
Yo tengo muy bien identificados cuales son esos momentos de magia en mi vida, pero hoy quise escribir específicamente de uno, la música.
Hay veces que siento que me elevo cuando escucho una canción porque me da ánimos para seguir adelante o me hace sentir más fuerte. Otras veces, la melodía me hace inspirarme para escribir o pensar la solución a un problema, pero hay otras…. hay otras que me transportan a otro mundo y me hacen sentir como que ya he vivido algo de lo que no me acuerdo del todo bien.
Y eso me suele pasar con un género de música llamado Folktronica o música andina electrónica. Suele tener varios nombres, pero en general, consiste en combinar sonidos andinos o latinoamericanos con música electrónica.
Algunos artistas reconocidos de este genero son: Nicola Cruz, Rodrigo Gallardo, El Búho, Matanza y Chancha Via Circuito.
Aquí te dejo una de mis canciones favoritas de este genero. Mientras lees este relato, trata de escuchar la música de fondo. Lo anterior, con el objetivo de hacerte sentir aquello que yo siento cuando escucho ese tipo de canciones, cierro los ojos y dejo mi imaginación correr libre por los pastizales de la mente.
Yo creo que un buen escritor es tan simple y tan sencillo como aquel que te hace sentir algo con palabras, y siempre apunto a eso.
No lo sé, no recuerdo que fue lo que me hizo querer recorrer todo México y Sudamerica en moto. Muchas veces he tratado de recordar cual de todos los precursores de mi vida fue el causante de esa llama que no he logrado apagar.
Pudo ser la película de «Diarios de motocicleta» con Gael García Bernal que narra una parte de la historia joven del Che Guevara. En esa película, el Che junto con su amigo Alberto, salen de Argentina hacia el sur y recorren la Patagonia y los Andes. La película, para mí, está excelentemente adaptada y te muestra una parte de la injusticia social de Sudamerica, pieza clave en el forjamiento de los pensamientos anti estadounidenses del Che del futuro. Ver esos paisajes, combinados con la aventura en motocicleta, siempre me ha llenado el corazón cada vez que vuelvo a esa película para recordar que ese es uno de mis objetivos principales.
O a lo mejor fue ese viaje al Gran Cañón que hicimos en 2016, yo como copiloto de mi papá en una poderosa BMW 1200 GS. Yo estaba entrando al mundo del motociclismo y eso fue lo que me hizo interesarme al máximo y con tantas ganas.
Pasé horas en mi cabeza viendo solamente la carretera y los paisajes. Me enamoré de esa desconexión y estado de transe al que uno puede llegar estando arriba de una motocicleta.
O puede que fueran esos sueños que tenía de niño en los cuales siempre quería recorrer algún lugar desconocido y solitario. Me imaginaba encontrando un tesoro o algo que nunca nadie había descubierto.
No lo sé y creo que nunca sabré por qué tengo ese deseo tan intenso de conocer todo el mundo en moto, empezando por México y después, Sudamérica.
Pero cuando las ondas musicales de esas canciones llegan a mis oídos y cierro los ojos, siento que recorro miles de kilómetros a un destino que no he visitado pero que, al mismo tiempo, me parece demasiado familiar.
De repente, estoy sentado en un pastizal, con mi moto a unos cuantos metros y cargada a tope con maletas, casco, tienda de campaña etcétera. Y yo me encuentro desconectado del mundo, pero a la vez conectado al verdadero mundo, descansado, en paz conmigo mismo y saboreando lo que es la libertad.
Ese pastizal a veces pienso que es un lugar aquí en México como Oaxaca o Chiapas, algo me dice que es ahí. Otras veces pienso que es Perú o Chile. Mi misión es encontrarlo y guardarme el secreto de la ubicación en mi corazón.
Estoy sentado en una silla, el viento me roza la cara, tomo un respiro profundo y dejó ir todos mis miedos y preocupaciones, y es ahí cuando puedo decir: Este soy yo.
Creo que hay pocas cosas que me hacen falta cumplir en mi vida pero hay dos que no puedo dejar pasar y no dejaré pasar, me cueste lo que me cueste. Una de ellas es dejar algún pedazo de literatura que valga la pena leer y el otro es recorrer el mundo en moto.
Cuando me encuentro atrapado en la vida urbana, tan monótona, aburrida y falsa, recurro a esos sueños de día donde puedo verme a mí, mi motocicleta, el pastizal y la carretera. Es ahí cuando siento como si estuviera extendiendo los brazos y las cadenas que me ataban, se han roto, dejándome experimentar lo que es realmente la vida: Aventura, riesgo y libertad.
-Adrián de la Vega.