San Antonio

Nota del autor: Estas publicaciones se presentan tal cual fueron escritas, sin ediciones, para preservar la autenticidad de los pensamientos del autor. Agradezco su comprensión ante cualquier error ortográfico o gramatical.

Hay lugares que todo ser humano recuerda con gran cariño. Lugares que uno ve como un paraíso por todo aquello que vivió cuando se encontraba en ellos. Estos lugares se quedan en lo más profundo del corazón, en el rincón de la felicidad y cuesta sacarlos de la cabeza.

Para mí, uno de ellos siempre será San Antonio y algún día viviré ahí.

¿Por qué San Antonio? ¿Por qué esa ciudad tan calurosa de Texas donde parece que no hay absolutamente nada que hacer?

Muy sencillo. He vivido en esa ciudad algunos recuerdos que atesoro con gran amor.

Fueron de los primeros viajes que hacíamos en familia. Probablemente yo tenía 10 años aproximadamente y fue mi primer viaje fuera de México.

Desde que llegué, sentí algo muy especial. La vida parecía totalmente diferente pero no en temas de sociedad, política o temas económicos. No, la vida era más alegre y feliz allá.

Seguro pensaba esto porque era mi verano y no tenía ninguna preocupación escolar, pero para mí, mientras estaba conociendo por primera vez San Antonio, mi vida era completamente feliz.

Recuerdo probar por primera vez ese famoso refresco de Root Beer, comer en ese restaurante de carnes al que regresé muchos años después, entrar a las tiendas y ser recibido con una sonrisa por todos los empleados mientras mi hermana y yo nos emocionábamos por recorrer los pasillos.

Recuerdo carreteras enormes, sin tráfico y con pastizales verdes a sus lados. Levantarse con ánimo todos los días y ser recibido por un desayuno que podía alimentar a tres personas más. Querer que nunca se acabara esa semana de vacaciones veraniegas y sentir el corazón lleno en compañía de tu familia.

Para mi, esas vacaciones de verano en San Antonio que repetimos muchos años y de forma seguida, me dieron mucha vida y recuerdos inolvidables.

Aún en esos días donde pienso en mi futuro y en dónde me gustaría estar, siempre regreso a San Antonio. Me imagino en el porche de una casa de madera, sentado en una mecedora y admirando el pasto, escuchando el viento pegar en los árboles.

San Antonio…

-Adrian de la Vega.

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