Mujer demonio

Nota del autor: Estas publicaciones se presentan tal cual fueron escritas, sin ediciones, para preservar la autenticidad de los pensamientos del autor. Agradezco su comprensión ante cualquier error ortográfico o gramatical.

SHORT STORY

Paseo por las calles de la ciudad, tratando de quitarme la soledad con el grado de alcohol exacto para estas ocasiones.

Me termino la cerveza que me estaba tomando y llego a una de las plazas más famosas de la ciudad, un grupo de chicas que estaban bebiendo me ven tirar la lata y me sonríen, mientras una de ellas se acerca y me dice:

-Hola, ¿no quieres quedarte con nosotras?, tenemos mucho más bebida en la cajuela de mi coche.

Les sonrío amigablemente, pero no estoy de humor para estar hoy con una mujer, lo único que quiero es estar solo sin hablarle a nadie.

-Gracias, pero tengo prisa.

La chica cambia el semblante en unos segundos y dice:

-Cómo quieras…

Mientras me alejo, escucho como otra dice:

-Pero que pesado.

Sigo caminando en busca de una tienda que me venda otra bebida, aún no llego a un nivel de alcohol aceptable. De repente, un letrero neón parece iluminarse ante mí.

Una tienda abierta a estas horas no es algo muy común, así que para mí, esto es la gloria.

Entro y la empleada me ve con una mirada sospechosa. Me limito a tomar algo de los refrigeradores y pagarlo lo antes posible, no me gusta su vibra, su energía.

Escogí una bebida gaseosa de frutas con alcohol, seguramente por eso ella me está viendo con una mirada burlona.

-¿Es todo?

-Si, es todo.

En todo el proceso de compra, ella sigue riéndose de mí. Al principio me afecta, después le quito importancia y salgo de la tienda.

Encuentro una banca vacía, amplia y que se ve bastante cómoda en medio de la plaza.

Decido sentarme y disfrutar de mi bebida. La gente pasa y ni siquiera me voltean a ver, justo como yo lo necesitaba.

Una persona más en este mundo, sin necesidad de comunicarme con nadie.

Y de repente, una llamada a mi teléfono…

-¿Bueno?

-Hey, soy Amanda, ¿te acuerdas de mí?

Amanda es una chica muy rara que conocí en una fiesta de cumpleaños de uno de mis amigos. Era una chica muy guapa y atractiva, pero me pareció rara por su vibra y energía. Algo sobre ella me hacía pensar que no era una persona «buena» o con buenas intenciones.

Pero no puedo negar que a mí y a todos los que estábamos en esa fiesta, nos pareció extremadamente atractiva.

Cuando bailaba, era como si te invitara a iniciar una danza de cacería para obtenerla, pero una vez que uno de mis amigos inició la danza, fue rechazado brutalmente, lo que me dio a entender que solamente le gustaba jugar con los hombres.

Me pareció sumamente extraño que me estuviera hablando a estas horas.

-Ssssi…. me acuerdo de ti Amanda, ¿cómo estás?

-Muy bien corazón, ¿y tú?

-No me quejo.

Hubo una larga pausa entre nosotros.

-¿Qué haces en estos momentos?

Dudé si era prudente decirle en donde me encontraba, no quería que me alcanzara y tener que convivir con ella, pero decidí decirle.

-Bebiendo en una banca de la plaza central, ¿tú?

-Salí un poco tarde de trabajar y estoy sola en mi departamento, ¿te gustaría venir?

Hubo otro silencio interminable entre nosotros.

-¿Sigues ahí?

-Si…

-¿Entonces corazón?

-¿En dónde vives?

-A cuatro cuadras de la plaza, te mando la dirección.

-Te veo en diez minutos.

Hasta el día de hoy, no sé por qué acepte esa invitación, fue como si algo dentro de mí me obligara a decirle que si, pero a partir de ese momento, se convirtió en la peor noche de mi vida.

Decidí volver a la misma tienda a comprar las mismas bebidas de frutas, ahora en docena, y la empleada en lugar de reírse esta vez, se veía asustada por la cantidad de alcohol que ella asumía que iba a tomar.

Pensé en decirle que no era solamente para mí, pero se me hizo una perdida de tiempo, así que pague y me fui de ahí.

Caminé las cuatro cuadras hacia el departamento de Amanda, las calles estaban tan desérticas que parecía que estábamos en medio de un Apocalipsis. Me pareció muy extraño la falta de gente, normalmente a esta hora hay mucha concurrencia.

Seguí adelante y visualicé el edificio de Amanda, era nuevo y aún no tenía las típicas marcas de uso que tienen todos los edificios como pintura quebrada, colores diferentes, etc.

Me acerqué a la puerta y el vigilante me preguntó a quién visitaba.

-Amanda, piso 3, departamento B. -Le dije.

El guardia hizo un gesto de cansancio, que intuí que era por la cantidad de hombres que Amanda llevaba a su departamento, pero ya estaba ahí, no había nada más que hacer.

Subí las escaleras, ya que el elevador aún no estaba funcionando y me paré en frente de su puerta. Había un pequeño reflejo en una de las ventanas y decidí peinarme un poco.

Y antes de que empezara a tocar, Amanda ya había abierto la puerta.

-Pasa corazón.

Me quedé hipnotizado, ella estaba en una playera de tirantes que dejaba ver más de lo permitido y unos shorts demasiado cortos. Un instinto animal me poseyó, y en mi mente, comencé a salivar.

Me pasó a su comedor, donde ya había servido dos copas de vino.

-¡Vaya, qué elegante! y yo trayendo estas bebidas de frutas. -Dije un poco avergonzado.

-No te preocupes, tomo esas bebidas entre semana. Dámelas, las pondré en el refrigerador.

Amanda tomó la bolsa y colocó con mucho cuidado cada una de ellas mientras yo no podía quitarle la vista de encima.

Se sentó en la silla en frente de mí, se acercó peligrosamente y me preguntó:

-¿Por qué veniste?

Decidí no darle más vueltas al asunto y decir las cosas directas.

-Hoy no quería estar con nadie, pero me pareces una mujer extremadamente atractiva, por lo que no dudé un segundo en venir.

Amanda sonrió, pero su sonrisa me heló la sangre, parecía la sonrisa de una criatura, mas que de un humano. Aún así, decidí enfocarme en su cuerpo y dejar que ese pensamiento pasara.

-Estoy muy feliz de que hayas venido, sé que la pasaremos muy bien. -Dijo ella mientras me acercaba la copa de vino. -¡Bebe! -Me dijo mientras ella sonreía. Sus ojos parecían brillar aún más cuando enseñaba su dentadura.

Le di un sorbo al vino y le devolví la sonrisa, esperando que no se viera muy forzada.

El sabor del vino era exquisito, una mezcla frutal con un toque de madera.

-Excelente vino. Normalmente no tomo esto, pero valió la pena probarlo. -Le dije.

-Que bueno que te gustó corazón. -Me dijo mientras se levantaba y se acercaba a la bocina que tenía en un estante.

Presionó un botón y la música perfecta para el ambiente empezó a sonar a un tono deseable.

-The Weekend… ¿cómo sabías que me gustaba tanto? -Le pregunté.

-No lo sabía… lo intuí. -Me dijo con una sonrisa y utilizó el control de las luces para que cambiaran a una configuración más tenue.

Amanda se acercó a la silla en la que me encontraba sentado y se sentó en mis piernas. Como por arte de magia nos empezamos a besar apasionadamente…..

Desperté con un dolor de cabeza intenso.

A penas pude abrir los ojos, era como si los tuviera pegados.

Giré la cabeza intensamente, tratando de identificar en dónde me encontraba.

No era el departamento de Amanda, eso era seguro.

Era una cama que no reconocía, con un baño muy diferente al mío y colores llamativos en todas las paredes.

Giré la cabeza y vi mi celular en uno de los estantes que se encontraban al lado de la cama, junto con unas copas de vino vacías.

Traté de alargar el brazo para tomarlo, pero estaba amarrado a la cama.

Tuve una hiperventilación, no recordaba nada de la noche anterior. Mi último recuerdo era Amanda sentada en mis piernas mientras nos besábamos.

Algo no se sentía bien…

Sentía un dolor en el pecho, un vacío, algo que faltaba y que me tenía intranquilo.

Por mi cabeza pasaron miles de pensamientos.

Comencé a llorar incontrolablemente, no entendía nada de lo que estaba pasando a mi al rededor.

Traté de meterme en mis pensamientos positivos, en mis recuerdos felices y en las actividades que me daban vida, pero nada vino a mi mente.

Después de la última lagrima, dejé de sentir por completo.

Nada… felicidad, tristeza, preocupación, todo se había ido.

Y entendí lo que había pasado.

Amanda me había robado mi alma…

-Adrián de la Vega.

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