Nota del autor: Estas publicaciones se presentan tal cual fueron escritas, sin ediciones, para preservar la autenticidad de los pensamientos del autor. Agradezco su comprensión ante cualquier error ortográfico o gramatical.
Una historia muy común y poco original: Nuestro sufrimiento por un amor fallido, una relación inestable o una pasión fugaz.
En uno de mis libros favoritos acerca de crecimiento personal, leí que la gran mayoría de las personas, viven lamentándose por la pérdida de un amor, ya sea porque no fue correspondido o por arrepentimiento de haberlo abandonado.
Sin embargo, olvidamos que el amor es el sentimiento más fuerte de todos, una sensación inigualable para el ser humano.
Por eso, los que lo hemos experimentado, deberíamos sentirnos agradecidos. Agradecidos por las experiencias, por las sonrisas y por la calidez del mismo.
Somos personas en eterno cambio y los sentimientos, las ideas, metas e intereses, cambian constantemente. Por eso es inútil reprocharnos a nosotros mismos o sentir rencor hacia la otra persona por el fallo de ese amor.
Recuerda solamente las experiencias buenas de cada amor que has tenido, sé consciente de los malos momentos, pero prioriza siempre aquello que te hizo crecer.
Cuando somos separados de un familiar al que amamos eternamente, ¿lo recordamos de forma triste?
Probablemente no. Probablemente nuestros recuerdos sean de nuestros momentos más felices con esa persona, momentos donde nos sentimos realizados a su lado.
Lo mismo deberíamos de hacer con nuestros amores pasados.
Alguna vez, una persona sabia (mucho más sabia que yo) me dijo hace algunos años:
“¿Por qué te sientes mal? Hay miles de personas que nunca han experimentado el amor, que nunca se enamorarán.”
Y esas palabras, me hicieron cambiar totalmente mi forma de pensar.
Ama. Ama con pasión, con locura y sin miedo, pero si las cosas no funcionan, nunca mires atrás.
-Adrián de la Vega.
